NO TODO ES POESÍA PERO PARECE

jueves, 31 de diciembre de 2009

La soledad de diciembre


"pero nada anda mal mientras no veamos toda esa soledad, la soledad de diciembre" Javier Payeras

La soledad de diciembre es no sentir frío, verse obsesamente los dientes en el vidrio de los escaparares repletos de maniquíes.

La soledad de diciembre es desempolvar de las bolsas "Kanguro" los peluches ganados en las máquinas de la garra floja que abundan en las heladerías de colonia y en los centros comerciales, hoy por hoy rezagados por nuevos emporios; seleccionar de ellos a los menos deleznables con el objetivo de cumplir con ciertos regalos insoslayables.

La soledad de diciembre es destapar una Chardonnay sin corcho y beber la sidra amarga que compramos con el certificado de regalo No. 0967850 (en rojo) de Q. 50.00 que nos dieron cuando recuperamos el anillo de graduación en la casa de empeño.

La soledad de diciembre es hacer un inventario de victorias, venganzas y derrotas, después de la tercer uva, la tercera copa y la tercer releída del cuento de navidad de Paul Auster.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

LA TRAVESÍA DE LOS TAMALES


Esta es una historia acerca del periplo o viaje de los tamales, o pretende serlo, omitiré describir el proceso de preparación de los mismos pues cada quien tiene su estilo, sus colores y sus ingredientes secretos y múltiples recetas de periódicos y revistas; los hay de coche, de pollo, de gallina, de cualquier carne comestible, con pasas, con picante, envueltos en papel aluminio o en hoja verde, y obviamente, sin alguno de los anteriores elementos o con otros adicionales, pero no importa, eso es trivial para describir la historia acerca de la travesía de los tamales.

El viaje de los tamales inició cuando una familia, que recién había migrado del área rural a la ciudad, encargó cincuenta tamales a doña Juana, considerada la mejor tamalera de su pueblo, un lugar muy bonito y verde, pero asimismo muy desconocido y olvidado por los catálogos de turismo y datos oficiales.

El mero treinta de diciembre doña Juana envió en la agencia de buses que va hacia la capital, el paquete, es decir la caja de cartón con el respectivo encargo, incluyó dos exclusivos tamales negros como ganancia.


Resulta tautológico decirlo pero el pedido de tamales era para la cena de año nuevo, el núcleo familiar que habitaba la casa, estaba conformado por cinco miembros.

Pedir tamales a doña Juana no era algo nuevo, siempre por estas fechas el pedido era realizado a ella, aún otrora, cuando eran vecinos, pero esta vez, por petición de un hijo que hacía tres años había emigrado a otro país en búsqueda de desarrollo personal, de los cincuenta, enviarían diez tamales a él.

El señor de la casa madrugó para recoger el pedido en la oficina de buses en la capital, inmediatamente lo recibió, pagó los cargos del servicio y se dirigió a otra empresa dedicada a hacer envíos internacionales de mercancías y productos, manifestó su deseo de remitir el paquete en un envío Express “especial service” para que llegara ese mismo día, la tarifa era realmente costosa, cinco veces más elevada que la de los tamales en conjunto, pero eso era baladí pues todavía tenía parte de su exiguo aguinaldo e importaba satisfacer el nostálgico pedido.

Su hijo le había dicho por teléfono que lo que más deseaba para estas fiestas de fin de año era degustar un tamal de su tierra, aquellos a los que les untaba crema y les agregaba limón y tanto deleitaba cuando habitaba con ellos en el hogar, también compartir ese alborozo con su familia, su esposa y su hijo de apenas un año, por aquellas lejanas tierras.

En la agencia de envío Express los tamales fueron introducidos en otra caja más grande por los empleados de la empresa, una caja extremadamente nívea, de cartón elegante, misma que después de sellada pasaron por una banda electrónica que chisporroteaba por dentro, donde un robot le colocó una estampa con los datos pertinentes de envío y la elevó a un repisa donde otro empleado finalmente la agarró.

La caja la colocaron junto con los demás paquetes de servicio especial, que salían cada hora hacia su destino, “estos se van en el próximo viaje”, dijo el supervisor, “tabueno jefe”, respondió el operario más joven.

Después de pagar y firmar, el señor de la casa salió feliz de la agencia, con el resto de tamales en la caja de doña Juana, pendiendo de su brazo, mientras tanto en el otro lado del país, doña Juana, repetía el proceso, empacaba tamales y los enviaba a la capital o a municipios aledaños.

Cuando tiempo después, a doña Juana, le contaron la travesía de los tamales, afirmó que ella jamás supuso hasta dónde viajarían sus creaciones de masa, condimento y carne, “hasta ese país de pisto”, no, jamás lo pretendió, sucede que los tamales no necesitan Visa como sí la gente, misma que le fue negada a ella dos veces por motivos monetarios y al señor de la casa porque en la embajada creyeron que por ser jubilado pretendería reempezar su vida allá en un “part time job”, pero realmente sólo quería conocer a su nieto y hubiera sido más barato costear el pasaje y llevar consigo los tamales que enviarlos solos en ese melancólico periplo, de eso no hay duda.

Efectivamente, una hora después, los tamales fueron montados en la aeronave, junto a otros cofres y aparatos frágiles, doña Juana tampoco imaginó que sus tamales serían custodiados por agentes de seguridad, tampoco que iban a ser marcados con código de barra ni rastreados por GPS, de hecho, ni doña Juana ni el señor de la casa supieron ese detalle nunca.

Lo cierto es que Jaime, el hijo del señor de casa, gozoso disfrutó sus tamalitos observando el resplandor de las luces conmemorativas del año nuevo, financiadas por el gobierno y transmitidas hacia todo el mundo por las principales cadenas televisivas, donde paralelamente mostraban el conteo regresivo, con minutos y segundos, que restaba para llegar a las cero horas e iniciar un año más, probablemente, lo único en común que tenemos las naciones.

-Todo estuvo sabroso- dijo él, sólo que al primero no le hubiera untado crema, porque no es como la de allá, está tiene un montón de preservantes y emulsificantes, la de allá es más deliciosa porque la leche del pie de la vaca se va directamente a la cocina y allí se bate hasta que cuaja y sale, tampoco con pan rodajeado me supo igual, mejor me los comeré así, directo y pelado, como siempre dijeron que fui.

FELIZ AÑO NUEVO!

martes, 29 de diciembre de 2009

hipocampo atrofiado

ya te olvidé
no porque lo haya querido
sino porque tengo mala memoria.

lunes, 28 de diciembre de 2009

hedonismo de fin de año

No hay hedonismo mejor
que encerrarse en cuatro paredes
con tantos cigarros como neuronas
a ver la luz entrar por la claraboya
recordar que en el centro comercial más cercano
las zapaterías están repletas de aguinaldos en extinción
y villancicos amplificados.

Nota: A pesar de saber que también los cigarros mencionados son parte de ese delirio consumista, y de todo el poema, sólo la luz de la claraboya no lo es.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Prenavidad en un supermercado


Recién ingresé al supermercado, pero vine a pasear, no a comprar, que sería la explicación más sesuda en mi condición de ser humano, raro no, pero es cierto, puedo observar muchas impulsadoras afanosas de conseguir un cliente por cada bocadillo que brindan a quienes reflejen en su rostro ser de los compradores fáciles, no las culpo, sé que esas son las ordenes, y también sé que ese, ese es su trabajo.

Los productos patentados, sobre ellos, yace la misma marca registrada hace mucho tiempo, pero esta vez, o más bien, este mes, lucen abigarradas con los distintos matices del rojo y verde, Santa Closes bien felices; infaltables son los venados y la nieve, la misma que aquí sólo es posible con el favor de algunas máquinas especializadas en el arte de lanzar retazos de duroport a los cuatro puntos cardinales.

De pronto me dan ganas de comprar un helado, coincidentemente el que compro, por un precio bastante módico, muestra sobre él, motivos navideños, detalle en el cual no había reparado hasta que decidí liberarlo del empaque, es de puro hielo y es un muy buen paliativo para este raro calor del otrora frío diciembre.

Ahí, justo a la par del azúcar y el café, están medianamente enhiestos, dos arbolitos de plástico verde tornándose rojo ¿o será la luz, la refracción u otra broma de la luminiscencia? quién sabe, quizá sean de los que no se lograron vender el año pasado porque la gente aquí no está acostumbrada a la fibra óptica de sus remates, unas bombas plásticas abolladas, y varios paquetes de ornamentos dispuestos para, precisamente, decorar arbolitos navideños.

Varias señoras, en bandada, se acercan a la cámara fría donde aguardan las uvas y las manzanas, más rojas que el resto del año, una de las bolsas está abierta, mejor dicho, rasgada, a alguien, seguramente, se le antojó, y cometió el delito de supermercado que era más frecuente antes que ahora (lo digo por el panóptico que significan las cámaras de seguridad), dicho delito, aplicándolo a este caso concreto, consiste en hurtar unas cuantas de las frutas, pero seguramente hoy nadie se quejó, a nadie lo llevaron al cuartito oscuro, quizá porque en estos días la gente está muy feliz o siente una extraña felicidad, que no es lo mismo, una especie de paz, sopesada desde luego con el ponche de frutas, cada quien confecciona su paz según como la conceptualiza y la siente como mejor le plazca.

Faltan seis días para nochebuena, los tamales están encargados, el vino en la nevera, y los supermercados, verbigracia este donde estoy, a manera de sinécdoque, lo hallé como todas sus demás infraestructuras análogas en cualquier país y espacio, es decir, centros comerciales a granel, vitrinas refulgentes y juguetes a control remoto. Este es muy humilde, pues las etiquetas de precios no son impresiones sino manuscritos, además el único villancico es el de esa bonita tarjeta de Merry Christmas, que suena al abrirla, y está en esa pequeña repisa.

Claro, esto que relato es sólo un lado de la moneda que es diciembre (casi literal), el lado donde todo parece contener cacao de chocolate y liliputienses pedazos de luz; hay otro lado, donde están los otros, sin cajas ni moñas, la pólvora que gozamos algunos de ellos la adosaron a esa pieza de plástico, que regateamos con el señor de la esquina.

Sí, ellos, quienes tendrán que conformarse con soportar el frío de la noche, el humo y lo estentóreo de los cuetes, la pólvora luminosa donde se queman muchos sueños planificados con las doce uvas de las cero horas de cada año nuevo. Abrasémonos pues, aunque sea por Facebook. FELIZ NAVIDAD, PARA TODOS!

Relato publicado en el suplemento Cultural del diario la Hora, el sábado 19 de diciembre del 2009.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

POEMA COLOR ZAPOTE



Atrás quedaron los días
cuando todo era azul y blanco
hoy todo lo veo como el color del zapote
los astros se alejan poco a poco
me dejan un Big Bang en el pecho
y el árbol se ensancha

pues hoy más que nunca es diciembre.



Se acabaron toda la patria los pendejos

los Tratados de libres Desaciertos

las conspiraciones, las debacles cerebrales y las tristezas

pero los huesos de mi alma permanecen más bruñidos

que los impunes imanes de los años nuevos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Navidad Mental

Hoy es un buen día para echarse colirio genérico en los ojos, Nafazolina Clorhidrato para ser exactos, los rayos de la compu me chingan los ojos, al igual que el humo del tabaco y el aire de las calles atiborradas de buses públicos y sociedad civil, tengo hipersensibles las retinas, creo de tanto ver tele o de tanto no verte, tengo rojos los ojos y todo el epitelio. Hoy es feriado y voy a salir a correr a ver si logro quemar un par de calorías y sueños, te voy a buscar en cada escaparate, al fin y al cabo la Navidad es mental y Santa Clos sí existe.

sábado, 12 de diciembre de 2009

ALAMBIQUE: NUEVO PROYECTO EDITORIAL EN GUATEMALA


Alambique es un novedoso proyecto editorial guatemalteco, ideado y realizado por el joven escritor y ahora editor amatitlaneco Marco Valerio Reyes; los libros fabricados por el taller experimental Alambique difieren mucho de los productos que ofrecen las editoriales "formales", las portadas no son como las tradicionales, coloridas e ilustradas, sino tapas de cartón, los textos son manuscritos fotocopiados y uniformemente compaginados, el alejamiento de lo habitual no le resta calidad ni estética a la obra, obliga a reinventar lo que comúnmente se conceptualiza como “publicar un libro” y a imaginar nuevas dimensiones para difundir la palabra.

La editorial Alambique nació este año en el municipio de Amatitlán, Guatemala, como una idea de Marco Valerio Reyes quien quiso fundar y aperturar un espacio innovador y menos rígido para publicar una obra literaria, lograr su descentralización y poner al alcance de los lectores, libros baratos y de calidad.

En el blog edicioneslacartonera.blogspot.com se puede obtener más información acerca de otros proyectos similares pues el fenómeno de las editoriales cartoneras se ha expandido en varios países de Latinoamérica.

Actualmente ya se fabricaron los primeros libros en el taller experimental Alambique, bajo el sello de la editorial homónima, se trata de dos poemarios: “Atardecer de la espiga” de German Albornoz Pellecer y “Recintos olvidados” de Marlon Francisco, las próximas publicaciones serán poemarios de Gabriela Gómez y Sonia Marroquín.


ATARDECER DE LA ESPIGA


“Atardecer de la espiga”, el poemario de German Albornoz Pellecer que será presentado próximamente (Lea Invitación Final), es un libro de inevitables emociones para su autor, inicia con un epígrafe del cubano Emilio Ballagas “La carne es un laurel que cante y sufre”, decisión acertada, creo, pues sustenta bastante la significación material y sentimental del libro.

Podemos hallar variabilidad de temáticas e imágenes pero resaltan las partes donde el poeta apuesta por la intención de secularizar lo sacro, hacerlo más humano, más de nosotros: “Dios reside en ti/ en tus palpitaciones/ en el pasado de los muros” o decirle a la mujer “una palabra tuya bastará para sanarme”, reconociendo que la panacea sólo puede ser el amor en su esencia.

También el poeta se presenta desligado de prejuicios y con tenues atisbos de erotismo afirma: “alguien te espera desnudo”.

“La ciudad parece un funeral” es el verso que le sirve para describir el desasosiego que produce saberse parte de una civilización; civilización por semántica y etimología. Nada más.

Nostalgia y melancolía podrían ser los factores comunes de “Atardecer de la espiga”, de German Albornoz Pellecer, son destacables sus constantes cuestionamientos hacia los diversos dogmatismos que como humanos hemos tenido que soportar, esquivando la razón: “decían que la tierra era plana”.

La extrapolación de las pasiones y su simbolismo social, la metamorfosis semántica y espiritual de la palabra: “Te desnudas hablando con Dios/ viajas por el aire”, un Dios no necesariamente abstracto, sino quizá demasiado terrenal y concreto, muy de acá, algo que como humanos nos ata irremediablemente a “Ella” o “Él”, y se hereda generacionalmente a través de la historia o por imposición de un sistema social debilitado que actúa en detrimento de la humanidad: “Recuerda/ te encerraban después de cenar/ repetidamente te hablaban del infierno/ antes de dormir”.

En las breves páginas de “Atardecer de la espiga”, hay muchos códigos que forman parte integral de nuestra sociedad y sus valores compartidos que por muy añejos y ancestrales siguen tan vigentes en nuestro imaginario individual y colectivo.

La soledad de los recuerdos es para algunos poetas lo que el “pi” para los matemáticos, una constante, German lo poetiza bien: “Ante qué puerta espera sentada tu caricia” o “los cafés siguen abiertos entregándose al calor de las manos”, a manera de sinécdoque de algo más complejo o más simple.

Un recurso geopoético muy cercano para nosotros, es el que utiliza Germán cuando se aprovecha de la capacidad transportativa del poema, para situarnos en el lugar preciso y exacto donde transcurren los hechos y sucede la palabra: “La fuerza del corazón del cerrito del Carmen”, “Camino perdido por los pasillos de Centro Cultural Metropolitano” o “Entrar a las aulas del colegio Belga/ explorarles la letra”.

En fin, palabras de supervivencia para el autor, lecciones de vida para el lector, German dice “Llevo una iglesia adentro”, y quizá sea muy cierto, pues al leer “Atardecer de la espiga”, nosotros vamos colmando ese santuario, apropiándonos de los versos, que son de él, de todos y de nadie, coligiendo nuestras hipótesis, concluyendo(nos) para reiniciar(nos) y seguir transitando sobre la dialéctica irrefrenable “Parecía que te ibas a perder/ callada entre los mitos/ que desconocerías el gusto/ del atardecer de la espiga”.

RECINTOS OLVIDADOS

Recintos olvidados, es el título del poemario de Marlon Francisco, que también fue fabricado por el taller experimental Alambique y recientemente presentado en Amatitlán.

El libro de Marlon está dividido en dos capítulos, “Cantos a Radhika” y Los poemas de Giorgo”.

“Cantos a Radhika” es una serie de poemas elegiacos, en el cual el autor escribe desde la amargura y lamento que supone la muerte del ser amado, con actitud lírica intensa, penetrante, estremecedora y enternecedora, misma que lleva la lectura al límite existencial de lo que somos y sentimos como seres humanos en la ontología de nuestra soledad y vacío, al sabernos caducos: “Hoy mi corazón es una casa vacía/ y ni siquiera yo/ tengo ganas de habitarla”, “Guardo trastocada la ilusión/ de que un día estaremos/ a una muerte de distancia”, “Comprende al menos Radhika/ que eso no bastó para impedir tu muerte/ ¿Por qué habría entonces de impedir la mía?”.

“Los poemas de Giorgo” prosiguen con el mismo brote de reconcomios e inquietudes, pero esta vez, Marlon le habla a Giorgo, acaso una especie de redentor para el poeta, alguien que le brinda paz y motivos: “Pese al frío y al hambre/ Giorgo cree/ en la perpetuidad de mi sonrisa”.

Avanzando en “Los poemas de Giorgo”, se va descifrando la naturaleza de Giorgo, aunque no con claridad sino difusamente, puede ser un hijo: “No sé por qué/ guarda en sus ojos/ el retrato de mi abuela”, un ente apócrifo: “Giorgo atestigua mis desaires/ no me deja entrar en sus tumbas” o un amigo entrañable: “y nos sentamos a conversar/ de los hechos cotidianos/ del paseo vespertino a los cafés”, posiblemente ni el autor lo sepa.

Los “poemas de Giorgo” son poemas íntimos, escritos con la ansiedad inherente de no acertar en las respuestas diarias, de no saber qué viene ni cómo enfrentar los períodos inevitables de ser hu-ma-nos: “a Giorgo le roba el sueño/ pensar en mi destino”.


COMENTARIO FINAL


Sólo me resta felicitar Marco Valerio Reyes, por esta valiosa iniciativa, pues con ella demuestra su abnegado amor por el arte y nuestro país.

INVITACIÓN FINAL

Alambique invita a la presentación del poemario “Atardecer de la Espiga” de German Albornoz Pellecer el domingo 13 de diciembre de 2009, a las 17:05 horas en Arte Café (4ta ave y 8va calle esquina barrio San Antonio, Amatitlán). Los comentarios estarán a cargo del escritor Juan Pablo Dardón. La entrada es por consumo.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Antes de hablarle a una mujer

Antes de hablarle a una mujer hay que googlearla.

Escritor de segunda mano

El digitador de manuscritos es un escritor de segunda mano.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Los tipos de soledad

Existen dos tipos de soledad:
la que veo en tus ojos
y cuando me veo en tus ojos
y en cada una
hay una ciencia por descubrir.

martes, 8 de diciembre de 2009

Wislawa Szymborska

Anoche supe que Wislawa Szymborska es una poeta tan necesaria como la oposición dentro de una República.

Cómo medir la organización familiar

La buena o mala organización de una familia, se puede cuantificar o dilucidar, no con test sociológicos sino observando la forma en que se hallan guardadas las lucecitas del árbol navideño del año pasado. ¿Enmarañadas o no?, esas pueden ser las respuestas.

Lo he comprobado como en una veintena de casas.

¿Hechas una madeja de alambres irresolutos o perfectamente dispuestas en la misma caja en que venían cuando fueron compradas?

lunes, 7 de diciembre de 2009

Guate en dos palabras

Los últimos días, la coyuntura de nuestro país, que consta en periodismo escrito, me permite resumirlo en dos palabras, que acaso proporcionen una resignificación de él, en términos científicos-periodísticos: pseudoefedrina y cianobacteria.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Genéticamente probable

Genéticamente probable (poema o conato)

Escribo con mis propios daños
mis propios terrores y terrones de hiel
no lo dudes ni siquiera un verso
bastantes son, son bastantes
como para buscar referentes.

HOY DOMINGO

Les recomiedo leer una reseña del escritor amatitlaneco Eddy Roma publicada en revista Magacín siglo XXI el día de hoy acerca de la nueva novela del guatemalteco Byron Quiñonez, "aquí siempre es de noche", ganadora del Premio de Novela Corta Luis de León 2009:

http://magacin-gt.blogspot.com/2009/12/el-detective-que-retuerce-la-oscuridad.html

sábado, 5 de diciembre de 2009

Por siempre lunes / Tronar a sapo/ Cafeína urinaria

Por siempre lunes

Punitivo y equidistante
me lanzo a vos o quisiera lanzarme
en pro de la redención corporal
busco la equidad, la igualdad, la entereza
que logre romper el escepticismo de mi mutis
dinerario, destinado, demorado, dócil
las estadisticas son juguetes inexactos
mi fuego es una carterita de fósforos
mi mañana es este día por siempre lunes.


Tronar a sapo


Si pudiera extender la palabra
mutar su estado de materia
pétrea y pordiosera del cariño
aquí ya algo hubiera tronado a sapo
quizá nuestros nombres, cariño
o quizá unos besitos chiclosos y prohibidos
llenos de enzimas y ternuras y síes.

Cafeína urinaria

La orina
que huele a cafeína
guarda dentro de su heterogeneidad
físico-química
el más puro anhelo de desvelo.

Mariano Cantoral

viernes, 4 de diciembre de 2009

Todo el viernes

Sólo porque en el papel
la voz no se puede quebrar
aún permanece completa

Las arrugas se fugaron
ahora sólo juventud
y niñez tardía

Esta máquina
me ahorra los gazapos

Ya leí el horóscopo
y elegí creerle la profecía cósmica
del Piscis

Sólo resta esperar sentado
todo el viernes
que se acabe la novela
que vengo leyendo desde que nací.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La silla apolillada de los sueños.



Se me fue el tiempo con el marcador en la mano
y un poema que no concluyo
desde que vengo naciendo.

La carne fue buena en los almuerzos
testigo irrefutable de la injusticia subconciente.

De los desayunos de derrota, no me quejo,
todo salió bien mientras estuve sentado.

El mareo fue que me llevó a la tragedia
se acabó el whiskey y con él mis pretensiones
¡Te me fuiste, masturbaste los relojes!
Y dejaste el equipaje que soy yo.

Y de tu éxodo sólo agradezco
los cigarros gigantescos que dejaste
sobre la silla apolillada de los sueños.

martes, 1 de diciembre de 2009

El país de las palabras


Te besé por primera vez en el Méjico de Vallejo
revolcándonos en el Perú de Márquez
para finalizar el día bebiendo café en la Venezuela de Llosa.

Creo que te conocí en la Guatemala de Neruda
cuando me fui de vacaciones al honduras de Bukowski
vos me esperaste humildemente en la Rusia de Darío
pero recuerdo que decidimos juntarnos en el París de Cortazar
para juntos de ahí partir hacia el Brasil de Borges.

Nuestro primer trabajo compartido fue en el Canadá de Bolaño
nos sindicalizamos espiritualmente con el montón de braceros
¿Recordás cuando migramos al país de las palabras?
que son palabras sin fronteras que no pagan en las aduanas
también fuimos exiliados a los poemas más hermosos
refugiados en el fondo de nuestros líquidos compartidos
quizá sin países soberanos para soportar la patria
pero sí con suficientes versos para soportar la noche.

FOTO: Byron Mármol