a veces los chubascos cotidianos o los cataclismos imprevistos que se gestan fuera de nuestro poder volitivo se llevan algunas siembras, hay también de las veces en que furtivamente y por la fuerza nos siegan (cortan/tazajear) nuestra (¿nuestra?) cosecha antes de tiempo, pero es necesario saber sembrar de nuevo sobre los rastrojos (las sobras de la cosecha), y saber gozar de los neofrutos que han costado en demasía. últimamente he aprendido a valorar el principio lógico supremo de la razón suficiente, sí, estoy seguro que todo tiene un por qué.
Vos, acabo de escribir algo similar, pero situado en la costa. Las coincidencias. Saludos mano.
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