NO TODO ES POESÍA PERO PARECE

miércoles, 14 de abril de 2010

Sumando palabras

Durante los días fríos tiendo a escribir banalidades ilegibles o que quizá sean demasiado legibles como para que alguien las lea sin estallar en llanto, escribir es un mecanismo freudiano de defensa o una cobardía postmoderna, quién sabe. Pero los días cuando la canícula está a tope, o sea un calor insufrible, sobrenatural, heliocentrista y egocéntrico, escribo las cosas que la mayoría de gente me ha leído, verbigracia, esta, las burdas palabras susceptibles al marketing, forzosamente. El frío me provoca a ponerme protervo, y no quiero herir susceptibilidades ni las almas premodernas de nadie, por eso no quiero que lean mis palabras friolentas, mejor sólo las que cocino a fuego lento en el sartén de la existencia.
Los días viernes hay una mezcla de reconcomios, amanezco con ganas de leer todas las novelas del mundo y olvidarme de la gana de escribir, misma que aparece después de leer la monotonía periodística y tomar una copa de algo. Quisiera poder leer corriendo y escuchando música valiéndome del más diminuto gadget, así, en un solo acto, quemar calorías físicas, espirituales-anímicas y espirituales-auditivas, pero es complejo, el tiempo que dura nada es complejo. Los sábados amanezco con ganas de reescribir todos los poemas griegos, con ganas de revivir a Safo y a Aristófanes para emborracharme con ellos. Leo que ya han colisionado una gran número de protones para emular el big bang, qué bulla les han hecho a esos tipos, si vieran el big Bang que tengo en mi pecho, en mi cheque prefechado, aquí se acabarían las mañas de jugar con fuego.

Ay, la semana santa en Alta Verapaz es lo más verde que hay.

Escrito mientras escucho detrás de las montañas de Iguanamanga.

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