NO TODO ES POESÍA PERO PARECE

domingo, 26 de abril de 2015

BIOGRAFÍA NO AUTORIZADA DE UN POETA IMAGINARIO

Relato de Mariano Cantoral (1):

A: Renato Coto.

La verdad es que yo jamás pensé en llegar a ser considerado un poeta, un literato o algo parecido. Mi contacto con el arte y mi arribo a la palabra escrita fue más bien algo inesperado y hasta emocionalmente doloroso o al menos indeterminado.

Mis planes tenían otro rumbo. Yo quería llegar a ser un historiador renombrado, uno de esos que se saben con detalle el origen de todas las tradiciones y leyendas su país, pero en cambio radican en uno muy lejano y por supuesto más civilizado, desarrollando y escribiendo a perpetuidad la obra maestra que nunca concluirán y fumando cigarros innombrables.

Sí, añoraba ser de los historiadores que además se dedican a impartir cátedras en las mejores Universidades del mundo y redactan eventuales columnas para periódicos transnacionales acerca de cómo la propiedad privada hizo nacer la miseria global y viven solos junto a su empleada doméstica en una casa donde podría caber una de las etnias misérrimas de su país de origen.

Pero en cambio me metí a estudiar filosofía y mi mente troglodita e individualista, forjada a partir de una falsa conciencia cambió radicalmente, y todo por haberme fijado y enamorado profundamente de Maty.

A Maty la conocí una tarde muy calurosa de marzo. Lo recuerdo muy bien porque como cosa rara en los corredores y pasillos de la Universidad además de las ya acostumbradas pulseras artesanales y otros accesorios análogos, habían unos improvisados galpones donde ofrecían artículos como para ir a la playa, entiéndase salvavidas en forma de aro, pelotas inflables, y colchones para hacer la siesta sobre el agua o simplemente para flotar.

La Universidad en la que coincidimos por supuesto que era la estatal o nacional como muchos le llaman. Y es que de mi parte no tenía otra opción, aunque a veces lo negara absurdamente.

Mi madre era una ama de casa y se encontraba pensionada por haber dedicado toda su vida a realizar labores técnicas de enfermería en un hospital nacional. Mi padre, por otra parte,  era un contador que ganaba un poco más del salario mínimo. Ninguno de ellos fue jamás a la Universidad; mi padre sí cursó el primer semestre en la carrera de auditoría pública y contaduría, pero debido a las carencias y  penurias económicas se vio en la obligación de desertar.

A pesar de ello, es decir, a la ausencia de una educación formal superior, ambos tenían una sabiduría infinita acerca de la vida y sus circunstancias, primordialmente en un país como este, en constante crisis social y generalizada, debido a los múltiples problemas estructurales e históricos de desigualdad, y a las ambiciones del poder en turno.

Según me contaban mis padres, ellos se conocieron una vez que mi papá fue a parar con toda la nariz ensangrentada al hospital donde ella trabajaba, ya que se agarró a golpes con un amigo del trabajo porque ambos estaban enamorados de una secretaria llamada Sofía, y la tal Sofía rechazó la invitación de mi padre para ir a almorzar a la cafetería de la empresa para en cambio aceptar ir con su compañero llamado Cecilio.

Por su parte la tal Sofía se casó con el tal Ceclilio y fueron felices para siempre, bueno así dicen ellos, y además, engendraron a una hermosa mujer con el pelo más negro que el cielo sin estrellas, y con unos ojos con más luz que la que el sol le regala a la luna, detalle que supe con el transcurrir del tiempo.

A partir de ese encuentro furtivo, mi padre empezó a frecuentarla debido a que ella era una jovencita bastante simpática que recién se había graduado de un curso municipal de enfermería y debido a un vecino algo influyente en el Ministerio de  Salubridad logró colocarse en una plaza interina en dicho hospital; la principal estrategia para el cortejo y el enamoramiento fueron las flores rojas y blancas, que eran la debilidad de ella, y lo siguen siendo.

Cuando supe lo que se tenía que pagar al año por la matrícula universitaria me puse muy feliz porque era accesible.  Claro que para ganar el poco dinero que necesitaba no molesté en lo más mínimo a mis padres.

Hacía horas extras en la caseta de fotocopias de la Facultad a donde me dieron la oportunidad de obtener unas monedas para ayudarme. Gané el examen de admisión a la primera oportunidad. Nunca fui un estudiante modelo pero siempre tuve un pensamiento crítico generado quizá, por las escasas pero profundas lecturas de filósofos como Marx, Engels y Kant, a los que luego se sumaron otras lecturas gratuitas realizadas en la descomunal biblioteca nacional que casi siempre estaba vacía.

Decía que a Maty la conocí en una calurosa tarde de marzo de un año que no recuerdo, durante el tiempo que fuimos amigos antes de ser novios pasamos momentos extremadamente hermosos, bebíamos tanto café que llegamos a tener prohibición médica de consumirlo, pero desde luego jamás le hicimos caso a los especialistas.

Nos encantaba ir al zoológico en las tardes de cualquier día o de los sábados llenos de un sol inmenso y esplendoroso, disfrutábamos todos los parques de la ciudad, tomar una bebida fría en las cafeterías más baratas de mundo o ir a las librerías gigantescas donde no podríamos jamás comprar un libro sino únicamente ojearlos porque su precio era para nosotros inaccesible, además habían veces en que no teníamos ni un centavo ni para abordar un bus público o comprar un bote de agua pura y de alguna manera siempre nos las ingeniábamos para cumplir el cometido y eramos muy felices

Desde que nos hicimos novios todo cambió por completo, y la nostalgia por los días pasados cada día era más grande y menos soportable. De pronto ella se convirtió en alguien en extremo posesiva, y al parecer su ideología únicamente la aplicaba al Estado y Sociedad y no a mi persona, porque aunque renegaba la existencia de la propiedad privada, con argumentos profundos de filosofía, a mí me trataba como tal.

Fue a partir de sus cambios emocionales y de ese desequilibro al que arrojó nuestro cariño puro e inicial, en que yo ya no hallé cómo canalizar todo lo que cargaba adentro, y me vi en la necesidad de recurrir a la poesía como una catarsis espiritual y empecé entonces a engendrar unos versos muy rudimentarios que modestia aparte poco a poco fueron agarrando un poco más de dignidad.
Y fue así como me convertí en poeta, o en conato de eso.

A Maty la terminé dejando o acaso ella me dejó a mí o simplemente nos dejamos, no sé ni importa precisar ese detalle; todo a pesar de que era ella una hermosa mujer con el pelo más negro que el cielo sin estrellas, y con unos ojos con más luz que la que el sol le regala a la luna.

Hasta cuando ya no éramos nada supe que Mary era hija de Cecilio y Sofía, sí, el mismo Cecilio que le quebró la nariz a mi papá y por el cual mi papá conoció a mi mamá y nací yo.

Es de ahí que siempre sostengo firmemente, y lo seguiré sosteniendo por siempre, que mi naturaleza primitiva y mi poesía nace, nacerá y seguirá naciendo, de la sangre derramada en un rostro a la luz del mediodía, de un golpe en la nariz por amor o frustración y de un corazón lleno de nostalgia, una nostalgia pura y dura.

(1): Mariano Cantoral: Escritor guatemalteco, ganador del primer lugar en la rama de poesía en el Concurso Nacional de la Fundación Myrna Mack 2008 y de otros concursos literarios en la Univesidad de San Carlos de Guatemala. Ha sido articulista del  Diario la Hora en el suplemento cultural y colaborador de la Revista de la  Universidad de San Carlos entre otros medios electrónicos e impresos.  Ha publicado los libros: "Corasón no lleva zeta" (Edit. Palo de Hormigo, Guatemala), "La ciudad vacía" (Edit. Palo de Hormigo, Guatemala) e "Ingeniería de Vida" (Edit. Cinosargo, Chile).





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