NO TODO ES POESÍA PERO PARECE

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Ficticia historia de desamor

Ella se emocionó con la gordura de la billetera, no pensó en la hipótesis más cercana a la verdad, sólo eran tarjetas de presentación acumuladas y recibidas por una cortesía hipócrita de añeja tradición. Fue feliz al menos una vez al mes, cuando iban a comer pizza a ese emporio de piso brillante, de escaparates delirantes, donde es posible conseguir todo lo que no es necesario, pero es socialmente vital. Luego supo que la chequera la sacó para un requisito laboral, el único empleo donde hasta el momento había sido explotado. Ella tenía dos caras, dos sonrisas, dos modos de comer las hamburguesas, le preguntó que cuándo cambiaría de carro, esa máquina de desproporcional valor socialmente necesario para venderse junto a sus llantas, su carburador, su winshil potencialmente desquebrajado por los elevados índices de locura según el Instituto Nacional de Estadistica, de melancólicos pagos mes a mes, de dejar de almorzar y de comprar periodismo monótono. Él no supo responder. Y un viernes después de comer tacos ofertados y un sándwich gourmet de quince centímetros de largo, también ofertado, le dijo que hasta ahí había llegado todo. Y con esas palabras vio caer todos los papeles anodinos de su billetera, las facturas pagadas a puro ajustón, los recibos, las cartas de desamor y un par de poemas retóricamente feos, pero humanamente necesarios.

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