“El femicidio es una lacra mas a la cuenta putrefacta de nuestras discordias, contradicciones que solo se pueden fecundar en un país de extrañados, alienados y cosificados, el vivir en un terruño con las nesecidades satisfechas, es conditio sine qua non para que la paz verdadera, firme y duradera se germine por fin. No estamos demasiado disgregados de un estado de barbarie, el ser humano aun sigue aprovechándose de la vulnerabilidad de esta triste piel, para penetrar a sus semejantes a puro plomo y beligerancia, a causa de la mas combinada variedad de causas congénitas o adquiridas, odio, insatisfacción, lucro o placer. El estado se hace corto, para refrenar esas pasiones inexplicables, reacciones que solamente un ser tan extraño, como: el ser humano, puede poseer y llevar a la practica, como por ejemplo, torturar, matar y violar a otros ente de su misma especie, aprovechándose de su vulnerabilidad, utilizando como motivación esta impunidad que ya echó raíz en nuestro infeliz sistema de injusticia, en ese sentido, el estado, las medidas coercitivas y el derecho nominativo per se, las políticas criminales inteligentes de pura fachada, se bifurcan entre los que se cohíben de delinquir y lo que delinquen porque saben muy bien, que este estado esta podrido y vendido por dólares y para gigantes, que aquí la cárcel es una ruleta rusa donde no te encerraran por tus peligrosidades ni tus daños, tus odios, sino precisamente por tu mala suerte, por haber contratado a un abogado mediocre, o bien a un abogado objetivo, por un juez mediocre o un juez imparcial, donde la legalidad es un maramo mas a la utopía de moro, donde la justicia se vende al mejor postor y la justicia tiene cara de gringo y de soldado, quizás de la cara que adorna los dólares, o de otro artefacto infiel, como lo es un arma o una petición sin fundamentos, en resumen, estamos muy jodidos, las cosas deben cambiar”.
Mariano Cantoral
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