Qué puedo decir de la Revolución del 44 que no se haya dicho. Creo que ha sido el único movimiento popular acá. Un claro ejemplo de resistencia popular.
Pero bueno, me limitaré a pensar que hoy es un asueto legal y a continuación les dejaré un mi cuento titulado “los 15”, en el cual trato de reflejar la fragilidad en que transcurre la clase media nacional (y no me gusta estratificar a la sociedad).
Que se la pasen bien hoy.
LOS 15 (CUENTO)
Hace tres años venían planificando todo para la fiesta de los quince años de la nena.
El evento debía de ser regio y soberbio, es decir, provocar los buenos comentarios entre los vecinos, familiares, amigos, conocidos, resentidos, envidiosos y chismosos.
La nena fue forzada a la anorexia, los últimos meses los había subsistido a pura legumbre verde y cereal insípido, su cintura debía ser delicada, torneada, del grosor de una aguja.
Hipotecaron la casa y dieron en prenda el carro a un banco sólido, uno de los pocos que no sufrieron la debacle financiera mundial que sus globales colegas especuladores provocaron.
No tenían ahorros ni ingresos, sólo deudas y todo encargado; comida, música, champaña, whiskey, y la orquesta de un colegio privado.
Sea como fuere, en la casa reinaba la algarabía, sólo comparable con la de navidad y Halloween.
Así como a través de la historia se dividió socialmente el trabajo, bueno, al menos eso dicen los libros de historia, ellos, igualmente se dividieron las funciones de logística por comisiones.
El papá sólo dio el pisto que obtuvo tras haber dado el patrimonio familiar en garantía, “los hombres no organizan esas babosadas, sólo ponen el billete”, dijo.
La mamá, acumulaba dos meses de asistir diariamente a darse un masaje que ofrecía un spa, dis que supuestamente suprimía las lonjas (o al menos las atenuaba), y que endurecía la flacidez, debía verse esplendorosa, cuasi perfecta, no lucir el cuerpo de cetáceo que tenía.
Todos compraron ropa nueva. El vestido de los 15, salió tan caro como el menú, los mariachis y la disco.
El alquiler del salón sí acordaron pagarlo por “sustos” (amortizaciones mensuales, 25% de mora por incumplimiento), no había otra opción (sólo la de no hacer la fiesta y DIOS me guarde).
No alcanzó el pisto de los créditos bancarios, ni sumándole el prestado por la vieja usurera quien brindó una miseria por unas joyas heredadas, una usurera tan odiosa como la de “crimen y castigo” de Dostoievsky.
Entre detallito y detallito, los gastos se ensanchaban.
¡Qué tu crisis, qué tus deudas, qué tu nada!
La onda, como ya dije, era hacer relumbrar a la nena y de paso que saliera en las páginas sociales del medio de comunicación más conservador; presumir frente a los prójimos el status, por muy postizo que fuere.
Nada importaba. Todo era viable.
Aunque la nena a media fiesta se desmayara debido a la súbita anemia, aunque a la nena ya ni tiempo le diera de avisar que por fin le llegó la menarquía.
Aunque ahora, un año después, en los activos del presupuesto familiar sólo haya soledad y vacío. Un ostracismo consanguíneo y sanguinario que consta en sentencia judicial.
Aunque los minifundios sean mentales, y los insectos sean el único ganado que les queda, a la otrora clasemediera familia López Estrada.
Mariano Cantoral
1 comentario:
Que deprimente. Mejor la familia Lopez Estrada hubiese ahorrado para pagarle unos buenos estudios y/o un su viaje a la nena, que le ensanchara la mente y le cambiara la vida ...
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