NO TODO ES POESÍA PERO PARECE

viernes, 14 de marzo de 2008

Si mi vida fuera como la de un perro

Si mi vida fuera como la de un perro, vagaría furibundo y tierno en un camino insospechado, no tendría razón para entender nuestro asesinato múltiple y continuado, no entendería porque hay muchos cuerpos en banquetas y mutilados, no sabría las acepciones de la justicia y el derecho fallido, las desgracias serian una, si, tendrían un resumen imperfecto pero funcional: desprecio.

Si, desprecio de gratis y en abundancia y talvez hambre, porque no habría quien me tirara en la cara una pieza de pan para morir con el estomago empachado.

Pero al menos, no moriría de tristeza al ver como muere mi pueblo, mi país, su gente, sus árboles, sus nubes, sus cielos, sus políticos enfermos de corrupción, el aire ahumado de polución cancerosa, tabaco, muerte, duele, duele ver la agonía de un espacio y tiempo, nominal por decreto: Guatemala.

Si mi vida fuera como la de un perro no me decepcionaría de los héroes inexistentes de mi pueblo, no me frustraría al leer “El problema social del indio” y el hediondo racismo que expele, no querría por momentos seguir sus preceptos, no querría mezclar mi sangre aindiada con blancuzcos monetarios, pálidos por sus misma desgracia, por mera desesperación, no querría esfumarme sin final preciso.

Si mi vida fuera como la de un perro no me frustraría al saber QUE NO SE NADA, que mato treinta y cinco horas al día aplicando una imposible hermética jurídica a mis leyes Ubiquistas, y por ende explotadoras, dictatoriales y cerradas.

Si mi vida fuera como la de un perro no gastaría mis noches buscando tumbas clandestinas con el olfato agripado como único instrumento, no coleccionaría sangre inocente tratando de encontrar quien es el maldecido padre, maldecido con la desgracia mayor: la muerte de un hijo y por ende hermano, padre, hijo y espíritu santo.

Si mi vida fuera como la de un perro solo querría que me sobaras la panza, solo babearía todo, me alegraría de ver la gente pasar, el mundo correr y sentir mi instinto revolotear las doncellas parias de mis adentros, de mis entroncados verbos irregulares.

Si mi vida fuera como la de un perro, no sabría exactamente que es la sangre, la muerte, la miseria, la corrupción, el miedo, la bala, el cañón, el arma belicosa y el licor añejo.

Con un trozo de pan insaboro sería feliz, no llegaría al punto de casi llorar por hartarme en una trasnacional y comerme diez quintales de capital.

Quince años me bastarían para el devenir de mi muerte científica, predecible y sumaria, quince años pero bien vividos, sin sufrimiento, sin realidad…y es que ¿para que quiero razón si tuviera suficiente corazón?... si mi vida fuera como la de un perro, quizás querría jugar contigo, expresarte con los ojos mis anhelos, mis sueños, gritarte que mi única diferencia precisa contigo es que no poseo lenguaje articulado, porque soy demasiado bueno, y no me castigaron dándome un habla, instrumento maligno de todos nuestros males. Mejor callo, callo porque quiero ser eternamente bueno, despreciado por decreto, quizás querría jugar contigo y quien sabe, acaso un trago para mañana.

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